Statement

Mi práctica consiste en una exploración continua de los límites entre la naturaleza y la tecnología. Percibo en algunos materiales que descartamos una riqueza subyacente que considero merece ser rescatada y reimaginada.

Recolecto una variedad de desechos que se convierten en materia prima para mi obra: Vidrio1, que transformo en terrarios, acuarios y paludarios donde prospera una diversidad de plantas autóctonas, creando microcosmos de vida natural en entornos urbanos y privados. Madera, metales2 y desechos electrónicos3, que utilizo para construir engendros electro-mecánicos, a veces cinéticos y sonoros.

Estos “juegos” dan lugar a instalaciones de mesa que cuestionan nuestra relación con la tecnología y el medio ambiente. Personajes de plástico4 y pequeños organismos habitan estos territorios distópicos. Surgen metáforas simples que invitan a una reflexión más profunda.

Más allá de transformar objetos desechados en arte, busco despertar una conciencia sobre el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente. Cada pieza es un testimonio de la urgente necesidad de reconsiderar nuestra relación con los recursos naturales y de adoptar prácticas más sostenibles.

Encontrar belleza en lo que otros consideran basura y reflexionar sobre el poder transformador de la creatividad humana, capaz de generar significados incluso usando los elementos más comunes de nuestro entorno.

Tiempo promedio que tardarían en degradarse naturalmente estos materiales:
1- Vidrio: 3000 años
2- Metales: 300 años
3- Desechos electrónicos: 750 años
4- Plásticos: 500 años

Manifiesto

Manifiesto mi necesidad de hacer arte visual y escrito.

Tambien manifiesto mi decisión de hacerlo tratando de causarle el menor daño posible a este mundo estropeado en el que nos toca habitar.

Por ello usaré elementos recolectados, recuperados o reciclados. Porque no me hacen falta materiales nuevos para expresar lo que necesito.

Por ello resigno por siempre el deseo de publicar un libro en papel (por más que me gustaría tanto!). Porque no quiero que se tale ni una rama más en mi nombre.

Porque la conciencia no me dejaría vivir tranquilo si sé que se sigue dañando el lugar donde vivimos por culpa de mi arte, que es tan poco importante.